Llevamos unos meses escuchando por los pasillos de la agencia que los influencers “han muerto”. ¡Ostras! ¿Ahora que todos estábamos trabajando con ellos? … ¡equilicuá! He ahí el kit de la cuestión.
Y es que asusta entrar Instagram y ver que se ha convertido en un escaparate online dejando de ser aquella red social estéticamente inspiradora donde usuarios al azar mostraban su “increíble” rutina. Sinceramente, no sabemos qué es mejor.
¿Y cómo llegaremos ahora a los usuarios? No estamos queriendo decir que las influencers vayan a desaparecer, sino que se ha creado un espacio donde los influencers dejan de ser personas que cuentan sus vivencias (generadores de contenidos) y pasan a ser un medio más, como en su día lo fue la televisión o la radio. Vaya, parece que estamos volviendo al inicio de la publicidad cuando las personas eran las principales canales de venta. El clásico boca a boca. O, mejor dicho, Smartphone a Smartphone, ¡qué cosas!
¿Y cuánta vida le queda? Lo cierto es que los resultados todavía siguen siendo altamente positivos como para que las marcas abandonen esta técnica de venta. Si bien es cierto es que estamos “agotados” de este tipo de publicidad, que llega a impactarnos durante más de 20 minutos de media al día. Haz la cuenta, sí, más de 10 horas mensuales recibiendo contenidos de marcas a través de influencers.