Aprender, esa palabra a menudo ligada a las aulas, libros y profesores, subestimada en cierta manera, aun siendo sinónimo de emociones, despertares, ilusiones y de vida. Y ha sido ella, la vida misma, la que una vez más nos ha parado poniéndonos en nuestro sitio con el confinamiento por el Covid19.
Con el parón vino el confinamiento, y con él el aire limpio a las ciudades. Los hijos que se vuelven padres de sus padres, los padres que se vuelven profes de sus hijos. Las videollamadas que se disparan y las pantallas, que de frías, pasan a ser nuestras aliadas.
Empezamos a consumir días de encierro, de recogimiento, de distancia, comenzando a darnos cuenta de lo importante, de lo poderoso, de nuestra esencia… De que los mensajes llegan, los abrazos en la distancia se reciben, las imágenes traspasan, las canciones te despiertan y las palabras calan.
Pero todo esto pasará, y venceremos. Y con todo lo que nos ha tocado aprender, en la mochila resurgiremos para abordar de manera sobresaliente un nuevo capítulo en nuestras vidas. Porque después de este largo confinamiento, saldremos con más ganas de sonar, de compartir, de comunicar, de llegar, de tocar…
#LasMarcasSíPuedenTocar
