Rotas

Tras varios años construyendo marca a través del producto, Velarte lanza su primera gran campaña de marca. Esta busca reforzar la identidad de Velarte aumentando su notoriedad, conectar emocionalmente con su comunidad y preparar el terreno para próximos lanzamientos. Y además lo hace desde el fiel convencimiento de tener un impacto positivo en las personas y el planeta, como se confirma con una de sus líneas estratégicas, las sostenibilidad, dando solución al desperdicio alimentario cero.

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Nuestro reto estaba en transformar una debilidad percibida en una ventaja emocional, invitando a replantear la relación entre imperfección y valor.

Por ello, la campaña une una de las características más genuinas del producto y de la sociedad: la fragilidad.

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En el lineal, una rosquilleta rota puede generar una reacción negativa, asociada a la pérdida de calidad o a un defecto. Por ello, nuestro punto de partida estratégico es una verdad universal: “Lo roto no está mal. De hecho, muchas veces, lo roto es lo que más nos representa.»

Los consumidores saben que el producto sigue siendo bueno, pero su reacción emocional al ver un paquete con piezas rotas es de decepción. Esta tensión entre lo que se ve y lo que realmente es nos proporciona una gran oportunidad para nuestra campaña.

Velarte decide no esconder este hecho, sino amplificarlo desde el humor y el surrealismo, dándole la vuelta al problema bajo con un concepto claro: si alguna se rompe, es porque son reales.

Esa rosquilleta rota en el paquete no es solo un palito partido. Es una paranoia. Un “¿por qué está así?”, “¿la han manipulado?”, “¿esto será seguro?”, o incluso una conspiración absurda digna de película.

La campaña se estructura en dos fases:

  • Fase 1: Las paranoias. A través de una sólida estrategia de influencer marketing, con colaboraciones que integran storytelling, unboxings, UGC, entrevistas en la calle y carruseles colaborativos diseñados para potenciar el engagement y la viralización del mensaje, se dramatiza ese micro momento mental que nos

ocurre frente al lineal. Una cabra, un samurai, una señal del destino… Todo vale en nuestra cabeza.

  • Fase 2: El sabor sigue igual. Una vez desmontadas las paranoias, se refuerza el mensaje esencial: lo que importa es el sabor. Porque aunque alguna rosquilleta se rompa, sigue siendo Velarte. Y Velarte, sabe a lo bueno.

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La campaña se traslada a un universo visual muy particular, entre lo cotidiano y lo cinematográfico, con guiños estéticos al mundo de Wes Anderson. La pieza principal, el spot, dramatiza con humor y surrealismo ese micro momento mental que todos vivimos cuando vemos una rosquilleta rota.

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La estrategia de medios se basó en un modelo 100% digital.

Presente en TV digital (Amazon Prime Video), YouTube Ads, y redes sociales como Instagram, TikTok y Facebook, tanto en formatos orgánicos como en Paid Media, en tan solo una semana la campaña alcanzó más de 1,2 millones de usuarios y superó los 2,5 millones de impresiones.

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